La falta de apetito en perros y gatos









HISTORIA EN BREVE

Generalmente, los perros y gatos sanos tienen buen apetito, así que cuando una mascota manifiesta pocas ganas de comer, suele ser un síntoma de algún padecimiento médico subyacente
Haz una cita con tu veterinario si el apetito de tu mascota cambia y si el cambio es drástico o muy repentino
Existen muchas causas posibles de la falta de apetito en las mascotas y es fundamental que un veterinario investigue la situación de forma cuidadosa
El tratamiento para el cambio en el apetito depende de la causa subyacente
En el caso de los animales que son quisquillosos, pero que son saludables, cambiar su alimentación puede mejorar tanto su apetito como salud general
Por lo regular, a los perros y gatos sanos les encanta comer. Es por eso que un cambio en el apetito, en especial cuando manifiestan menor interés en alimentarse, debe ser monitoreado de forma cuidadosa por los dueños y veterinarios. Los gatos en específico no pueden pasar mucho tiempo sin comer debido al riesgo de lipidosis hepática felina o enfermedad del hígado graso.

En realidad, hay tres formas diferentes en las que se puede manifestar la falta de apetito en una mascota:1

Anorexia — Es cuando no hay consumo de alimentos en lo absoluto. No existe la anorexia parcial.
Hiporexia — Consiste en un menor consumo de alimentos, independientemente de la causa o razón.
Disrexia — Es una alteración en el apetito normal o patrones alimenticios; por ejemplo, un perro que se niega a comer sus alimentos regulares pero que come pollo y arroz cocidos.
Si bien, es beneficioso tener estos términos en mente, lo más importante es encontrar la causa del problema cuando el apetito de una mascota disminuye o desaparece repentinamente.

8 posibles causas de la falta de apetito en perros y gatos
En la gran mayoría de los casos, cuando una mascota pierde interés en comer, es un síntoma de un problema médico subyacente. Algunos posibles factores desencadenantes son:

Dolor — Un padecimiento doloroso en cualquier parte del cuerpo, y en especial en el tracto gastrointestinal (GI), podría hacer que tu perro o gato coma menos cantidad o se niegue a alimentarse.
Náuseas — Aunque son relativamente poco comunes en perros y gatos, las náuseas podrían ocasionar que tu mascota deje de comer. A menos que haya una enfermedad subyacente, las náuseas suelen ocurrir durante un viaje en automóvil.
Enfermedad — Una mascota que se siente enferma a menudo mostrará poco o ningún interés en alimentarse. Algunas veces es solo una alteración gastrointestinal pasajera; en otras ocasiones es mucho más grave, como la enfermedad hepática o renal, o algún cáncer.
Embotamiento (u obnubilación) — Descrito como una disminución en el estado de consciencia más marcado que el letargo, y por lo general, es el resultado de una enfermedad médica subyacente, como la hipercalcemia, o algún traumatismo.
Enfermedad en dientes o encías — Algunas veces, un problema en la boca podría provocar que tu mascota le parezca insoportablemente incomodo alimentarse. Esto podría ser debido a un diente roto o flojo, enfermedad grave de las encías, tumor en la boca o padecimiento como la estomatitis felina.
Vacunación reciente — La pérdida de apetito podría ser un efecto adverso inmediato de la vacunación.
Estrés — Si tu mascota siente estrés por alguna razón, podría evitar comer de su tazón. Por ejemplo, algunos perros no manifiestan mucho apetito cuando están en un lugar desconocido o su humano favorito no se encuentra en la casa. Tu gato podría negarse a comer si su tazón de alimento se encuentra en un área donde hay mucho movimiento o si hay otras mascotas presentes a la hora de comer.
Aversión a los alimentos o "selectividad" — La aversión a los alimentos puede suscitarse si realizas un cambio repentino en la alimentación de tu mascota. Casi nunca es una buena idea hacerlo rápidamente porque a menudo puede causar diarrea. Si deseas o necesitas cambiar la alimentación que le has proporcionado, debes hacerlo de forma gradual, al mezclar el alimento nuevo con el anterior en una transición lenta.
Algunas mascotas, en especial, los gatitos, se niegan a comer ciertos alimentos por razones que podrían o no ser lógicas. Algunos animales simplemente son muy quisquillosos y a menudo requieren menús especiales o mucha persuasión.









La pérdida de apetito siempre será motivo de una visita al veterinario
Si tu perro o gato se niega a comer más allá de un día, en especial si se manifiestan otros síntomas, o si hay una disminución repentina en su consumo de alimentos, es importante que lo consultes inmediatamente con tu veterinario. Si la disminución es gradual, de igual manera también es fundamental que sea examinada, pero no es una situación tan urgente como un cambio repentino y drástico.

Es de vital importancia que tu veterinario analice a fondo la causa subyacente de la pérdida de interés de tu mascota por alimentarse, porque casi siempre hay alguna, y es probable que su apetito no mejore si el problema no es identificado y atendido.

También, es importante saber que los estimulantes del apetito (que fueron diseñados originalmente como antidepresivos) recetados por un veterinario podrían ser útiles a corto plazo, pero no abordarán el problema subyacente de la falta de apetito. En otras palabras, durante un tiempo podrían tratar de forma exitosa el síntoma (rechazo a consumir alimento), pero no la causa.

Cuando se trata de atender una mascota que no quiere comer, no hay un enfoque universal. Tu veterinario debe realizar un examen físico completo, así como un estudio de diagnóstico, e investigar los cambios metabólicos como la hipertensión, niveles de potasio en la sangre, anemia o vómitos. Además, debe considerar cualquier medicamento o suplemento que tu mascota tome para descartarlos como causas.

Así mismo, deberás informar al veterinario sobre cualquier cambio que haya ocurrido en tu hogar o rutina diaria que podría causarle estrés a tu mascota.

La causa de la falta de interés de tu perro o gato en los alimentos determinará un enfoque de tratamiento apropiado. Si el trastorno subyacente puede tratarse o manejarse de forma exitosa, el apetito de tu mascota mejorará cuando se resuelva el padecimiento.

Algunas veces, la falta de apetito desaparece al hacer la transición a una mejor alimentación
No hace falta decir que la alimentación que le proporcionas a tu mascota podría tener un rol importante tanto en mantener su interés en los alimentos como en su salud y vitalidad general. Como siempre, recomiendo proporcionar una alimentación a base de alimentos frescos, nutricionalmente balanceada, variada y apropiada para su especie.

A lo largo de los años, he conocido a muchos perros y gatos que llevaban una alimentación procesada, que eran considerados quisquillosos o que pasaban el mismo tiempo comiendo como jugando con sus alimentos. Pero, cuando sus dueños hacían la transición gradual de croquetas o alimentos enlatados aptos para consumo humano a alimentos frescos crudos o cocinados ligeramente, desaparecieron sus extraños hábitos alimenticios.

Uno de mis clientes adoptó un perro pequeño que llegó a casa con una bolsa de las mismas croquetas que había recibido en el refugio. Sabía que tenía que continuar proveyéndole esa alimentación hasta que se sintiera instalado en el hogar para evitar problemas estomacales, pero no estaba preparada para la extraña conducta alimenticia que manifestó.

A la hora de comer, este amiguito se acercaba lentamente al tazón de croquetas y lo empujaba por el suelo con la nariz. Con el tiempo, tomaba un poco de alimento del tazón y lo dejaba caer en el suelo. Algunas veces se lo comía, a veces no lo hacía sin antes mover el tazón un poco más. Al parecer, la experiencia le producía ansiedad.

Ya que para empezar era muy pequeño y tenía poco peso, le preocupaba que no obtuviera suficientes calorías. Se percató de que parecía más interesado en el alimento enlatado de su gato, así que salió a comprar un par de latas de alimento para perros de alta calidad y lo mezcló con las croquetas.

El perrito se tragó el alimento húmedo de inmediato y dejó las croquetas en el tazón; posteriormente, produjo heces blandas durante algunos días después del repentino cambio en su alimentación, pero ahora ya se alimenta bien; lo vigiló de forma cuidadosa hasta que sus heces volvieron a ser firmes.

A partir de ese momento, hizo una transición gradual a una alimentación comercial, sin procesar y nutricionalmente balanceada. Desde entonces, este chico se convirtió en un glotón, sin ningún signo del extraño comportamiento alimenticio que había manifestado al principio.

Si tu perro o gato recibe un certificado de buena salud de parte del veterinario, pero sigue sin comer de forma adecuada, examina la alimentación que le proporcionas y verifica su posición en mi clasificación más reciente de alimentos para mascotas, de la mejor a la peor opción, implementa los cambios que puedas y analiza si mejora el apetito de tu mascota.